Italia es una reunión de idiosincrasias. Lenguas, platos, “calcio”, moda, estilos, maneras… Los milaneses, por ejemplo, llaman a su dialecto meneghin, inspirados en un personaje tradicional del teatro milanés de finales del siglo XVII, fiel y amable, que se hizo famoso entre los personajes de la Commedia dell’arte. Para que a uno lo consideren visitante no es necesario haber llegado en tren o avión, basta con haber nacido más allá de los límites de la ciudad. Así, se oirá: ti te set minga de Milàn! (¡tú no eres de Milán!). Pero ser de afuera también tiene sus ventajas. Permite asombrarse con los jardines verticales de su creador, Stefano Boeri; disfrutar de la ostentación, el glamour y la grandeza; degustar en los restaurantes que reúnen el mayor número de estrellas Michelin de Italia y tomarse por enésima vez, como si fuera la primera, una foto con el Duomo. Fa ballaa l’oeucc, me racomandi! (¡haz bailar el ojo, por favor!), dirían los locales: a tener los ojos bien abiertos.
Te llevo a un viaje de 48 hs. Por #Milán y descubrí lo conocido, pero también todo lo nuevo que tiene este centro de la #moda y el #diseño tiene para contar.
@stefanoboeri
@magnaparssuites
@principedisavoia
@momilan
@fsmilan