La ilusión del artista se completa con el visitante. Un juego cómplice que es un éxito en el Malba con la primera antología de sus obras emblemáticas que ya vieron más de 70 mil personas.
Hay humor e ingenio. La democratización de ver arte es un juego que el artista pone al alcance de un publico que se sorprende desde el guiño que cuelga en el frente del museo. Un espacio que, además, admitió una articulación de buena gana con la sala expositora.
El arte puede tener todo eso, sintinéndose despojado de acartonamiento. Leandro Erlich vive y trabaja en Buenos Aires y Montevideo. Desde hace décadas, expone internacionalmente y sus obras figuran en los acervos permanentes de grandes museos, así como en colecciones privadas a nivel global. Disfruta de un especial renombre en Asia.
El 20 de septiembre de 2015, el Obelisco de la ciudad de Buenos Aires amaneció sin la punta. En pocas horas la noticia circuló por todo el mundo. La cima se había “trasladado” a la explanada del Malba y, por primera vez, era posible visitar su interior. La democracia
del símbolo fue el primer proyecto que Leandro Erlich realizó para el museo.
Hasta octubre, con Liminal el público tendrá la oportunidad de ser protagonista del universo lúdico y participativo que sugiere este artista conceptual. Es especialista en perturbar la percepción y aniquilar las concepciones ciertas de lo que se ve o se supone que se ve. Su particular interés por trazar puentes entre la vida cotidiana y la mirada apta para museo crea propuestas de amplio espectro: curiosas para niños, juguetonas para todo aficionado e interpeladoras para el ojo crítico.
Liminal refiere a una zona existente en el umbral de otro espacio e indirectamente remite a la posición de estar a punto de cruzar hacia, o entrar en un lugar o estado de existencia específicos, pero sin llegar nunca del todo. Oscilar en el borde liminar de una experiencia sugiere que siempre estamos atrapados entre una realidad previa que ya ha sido dejada atrás y una nueva realidad que nos invita y está cerca, pero que nos deja varados si nos demoramos.
La muestra reúne una selección de veintiuna instalaciones, producidas desde 1996 hasta la fecha, seleccionadas por el curador Dan Cameron. Por primera vez se ve en nuestro país La pileta (1999) una de las obras más reconocidas del artista a nivel internacional, que Erlich presentó en 2001 representando a nuestro país en la Bienal de Venecia y que luego fue instalada de manera permanente en el 21st Century Museum of Contemporary Art, de Kanazawa, Japón.
También se presentan obras e instalaciones de gran formato como La vista (1997), Vecinos (1996), La vereda (2007) Las Nubes (2018), El Avión (2011), Puerto de memorias (2014), Vuelo nocturno (2015), Hair Salon (2017), El Aula (2017) y Se vende (2019) y Window and Ladder. Invisible Billboard –nuevos site specific para la fachada y la explanada del museo–, realizados en una co-producción del Malba con el Estudio Erlich, que demandó más de un año de trabajo y un equipo de 150 personas.
Esa forma de mirar que el artista pone en juego parece ascéptica y simple, hasta que el espectador interviene. Allí todo se vuelve una obra única donde se llega al punto final del último detalle. Un universo personal al que Erlich interpela a construir.