Un sitio emblemático de barrio, reconvertido con respeto por las raíces, ingresa en una nueva era con lo mejor de las dos edades.

Con la milanesa nadie puede. Es lejos emblema de la mesa nacional. Hogareña, de vanguardia, en food truck, de parado, como la de la abuela o de autor… Gallup realizó el Primer Mapa del Consumo de Carne Vacuna en la Argentina, y resultó ser que su preferencia trepó a tres veces a la semana en los últimos años. Es ese plato uno de los reyes indiscutibles de Pikito.

Ubicado en el corazón de Villa del Parque, ha sido un bodegón estilo cantina típico porteño con 27 años de historia en el barrio. Repitiendo el éxito de A Raja Cincha, un proyecto que los amigos de toda la vida Pablo Simondegui y Hernan Alonso idearon y que los llevó a ser considerados uno de los mejores 10 de Buenos Aires en la última edición que hizo la ciudad de las parrilas ideales, ahora se encaminaron en la reconversión de un clásico.

Pikito se renovó completamente pero sin perder su esencia: un ícono en las milanesas tamaño mega enormes y en las pastas caseras.

Como en casa

La propuesta es sencilla y muy bien lograda. Estéticamente se notan los genes del barrio y eso le da color local, pero, a la par, se ha conseguido una retransformación generosa en el diseño, con toques de luces modernas, recovecos bien ganados al espacio y una cierta intimidad de mesa familiar.

Los colores y la decoración apropiada lo sumergen en un estilo palermitano que se disfruta. Hay detalles que se descubren al ojo curioso: carteles simpáticos, simbiosis entre proyectos gastronómicos (el cartel de calle en medio del salón marca la esquina de A Raja Cincha), las estampas “como a fuego” en los asientos… Hay amor en la puesta. Se percibe.

Pero ningún proyecto gastronómico sobrevive con la cáscara. La carta es amplia, más cercana a la idea de bodegón que de espacio gastronómico moderno. Es eso lo que pide el comensal. No sólo se despliega en varias sugerencias, sino que casi todo es compartible. Las reinas milanesas lucen enjoyadas como María Antonieta: la Fugazzetta, la napolitana, la gringa que llega con barbacoa, muzzarella, jamón, morrón, tomate y 2 huevos fritos o la gran italiana con muzzarella, tomate, cebolla, panceta con papas españolas. Y la perdida por los restaurantes porteños, la Suiza con queso gratinado, salsa blanca y muzzarella.

Las pastas son sabrosas y generosas. La novedad llega de la mano de la variedad de cortes de carne y parrillada: se ofrecen tablas de carnes con cortes como asado, vacío, entraña, matambre. Y siempre las sorpresas del finde: asado al asador, pechito de cerdo al asador  siempre en porciones para ir con amigos.

Pikito volvió para seguir siendo la leyenda de Villa del Parque, pero una leyenda a la que se recogió, ensalzó, se transportó en el tiempo guardando toda su magia pero con toques de sabia vanguardia. Combinación difícil de la que salen airosos.