El Museo Nacional del Prado ha programado la prórroga de la exposición “Reencuentro”, que, desde su apertura, el 6 de junio de 2020, y en ausencia de turismo internacional, ya han visitado cerca de 150.000 personas, en un 75% procedentes de la Comunidad de Madrid, con el fin de ampliar la posibilidad de disfrutar de este montaje excepcional que reúne buena parte de las obras más emblemáticas de su colección a lo largo de la Galería Central y sus salas adyacentes. Además, el día 14 de octubre está prevista la apertura de “Invitadas” la primera exposición que, realizada primordialmente con fondos del propio Museo Nacional del Prado, aborda el papel de la mujer en el sistema español de arte en el siglo XIX y los primeros años del siglo XX. A través de un recorrido estructurado en dos grandes ámbitos, permite, en primera instancia, reconocer la imagen de la mujer que el Estado legitimó mediante premios, exposiciones y museos, así como el lugar que ocupaba en la sociedad. Por otro lado, se sigue trabajando en la reapertura progresiva de los espacios del Museo Nacional del Prado en función de la evolución de la situación y de las  recomendaciones y protocolos de actuación que establezcan las autoridades competentes.

El montaje, compuesto por más de 250 obras, sigue una ordenación preferentemente cronológica, desde el siglo XV a los albores del siglo XX, pero dada su excepcionalidad, diluye la tradicional distribución por escuelas nacionales y plantea diálogos entre autores y pinturas separados por la geografía y el tiempo; asociaciones que nos hablan de influencias, admiraciones y rivalidades y señalan el carácter profundamente autorreferencial de las colecciones del Museo del Prado.

Carlos V y el Furor de Leone y Pompeo Leoni, excepcionalmente desprovisto de su armadura y representado desnudo como un héroe clásico, da la bienvenida al visitante conduciéndole a la Galería Central, en cuya antesala (sala 24), le esperan dos de las obras más importantes del museo: El descendimiento de Van der Weyden y La Anunciación de Fra Angelico. Se accede a continuación a un primer tramo de la gran galería (salas 25 y 26), con obras del Bosco, Patinir, Tiziano, Correggio, Rafael, Juan de Flandes, Veronés, Tintoretto y Guido Reni, entre otros grandes artistas italianos y flamencos de los siglos XVI y XVII.

Los retratos de Tiziano de los primeros Habsburgo, presididos por Carlos V, a caballo, en Mülhberg, permanecen en el corazón de la Galería Central (sala 27) frente a dos de la Furias, que flanquean el acceso a la Sala XII. Pocas veces este espacio emblemático del Prado ha merecido con tanta justicia el título de sancta sanctorum del museo. La reunión por primera vez, desde al menos 1929, de Las Meninas y Las Hilanderas, junto a un emocionante “retablo” integrado por los bufones de Velázquez y retratos, escenas religiosas y grandes filósofos procuran uno de los momentos más emocionantes de la visita.

La parte final de la Galería (salas 28 y 29) acoge la pintura religiosa y mitológica de Rubens, esta última con un guiño a Tiziano a través de su Dánae y un vibrante diálogo entre los Saturno de Rubens y Goya, y dota a Las Lanzas de Velázquez de un nuevo contexto mediante su inclusión entre los retratos ecuestres de El duque de Lerma y El cardenal infante don Fernando.

En las salas del ala norte que flanquean la Galería (salas 8B, 9B y 10B), Ribera y el naturalismo español -con Maíno y Zurbarán- conviven con el europeo (Caravaggio y Latour), como lo hacen Clara Peeters y los bodegonistas españoles coetáneos.

El Greco, por su parte, lo hace con Artemisia Gentileschi y puede apreciarse reunida la labor de retratistas como Sánchez Coello, Sofonisba Anguissola y Antonio Moro. La zona sur (sala 16B) acoge la obra de los maestros españoles de la segunda mitad del siglo XVII, con Murillo y Cano como principales protagonistas, junto a artistas contemporáneos de la escuela francesa, como Claudio de Lorena, y flamenca, como Van Dyck.