El asado es una práctica que queda siempre en familia. Estancia Don Ramón lo han entendido y se esmera en acercar cortes propios con aire de tradición… como los usados en la fundación de la capital de la provincia.

El domingo 19 de noviembre de 1882 La Plata se vistió de gala. Raleada aún, sin densidad poblacional, fue la ocasión de celebar la colocación de la piedra fundamental con que se erigiría el conglomerado urbano. Cómo festejarlo? Con asado…

Los invitados llegaron de todas partes, pero especialmente de Buenos Aires. El dilema era el asador… quién se enfrentaría a la quimera de satisfacer los estómagos de tantas celebridades hambrientas?

Quien tomó el guante fue el escritor y senador José Hernández que, entre sus aficiones estaba la de asar. Se carneron 100 novillos. En tanto, él al mando de los parrilleros daba indicaciones pormenorizadas para que las piezas salieran en su punto.

Las cosas no fueron como esperaba. Los invitados fueron llegando de manera escalonada: algunos cuando las carnes aún estaban crudas, otros con las piezas chamuscadas. De todos modos, la fama de buen asador de Hernández nunca decayó.

Para un buen asado el próximo domingo la opción certera es la que se emparenta con respetar las tradiciones familiares de Estancia Don Ramón. En el fondo de sus productos se huele el campo, la cruz del asado, el chimichurri hecho en casa.

El almuerzo campero se avecina inspirados en cortes de carne de pastura, chorizo y salchicha bombón. La bandera se enarbola con el ojo de bife. Las presentaciones incluyen carne trozada fresca con una vida útil que se extiende hasta la semana. Sus carnes al vacío proveen se conservan hasta tres meses y llegan en versiones con o sin hueso. Siempre con la propuesta de imponer tecnología para ganar en terneza.