Las cavernas siempre son atractivas para los viajeros: caminos tumultuosos que esperan en su interior, fauna por descubrir y sonidos que remiten a escarbar en el tiempo y la historia. Y si, además, se les suman túneles naturales en lo profundo de las montañas, gracias a la acción del hielo que transforma a esas recónditas cuevas en un castillo digno de Frozen, no sólo se multiplica el atractivo sino que, además, se derrama sobre ellas una inesperada belleza.

Estas formaciones tienen algo mágico en su formación, bajo el tinte azulado que proporciona el hielo. Por lo común este tipo de cuevas heladas se forman en la base de los glaciares bajo una concurrencia de factores que aportan lo suyo para lograr el truco. Corrientes de agua que, impulsadas por vientos constantes en cierto sentido, reúnen los atributos propicios para cavar de manera natural túneles en medio del hielo. Gracias a la mezcla de los elementos naturales las formas y recovecos toman siluetas que se asemejan a pinceladas.

Durante el invierno es posible visitar algunos de estas construcciones naturales que se convierten en un éxito contundente para exploradores exigentes o intrépidos viajeros curiosos que buscan formaciones de hielo para saciar su afán deportivo y dejar huella de las mejores imágenes instragrameables de estos fenómenos helados.

El efecto casi irreal al entrar en una cueva, rodeado de una belleza asombrosa, deja perplejo aún al más experimentado viajero. Aquí una ruta por algunas de las cuevas de hielo más misteriosas del mundo.

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