Siempre pienso que me siento más cerca de Leonardo Da Vinci que de Neil Armstrong. Eso de enfocarte hasta el hueso en una sola cosa, no es para mi.

Para llegar a fondo en algo, tengo que estar en muchas cosas. No soy de las que abandonan, ni tampoco soy tibia.

La pasión no me permite hacerlo de otro modo.

Por más de una década fui alumna de la Escuela Nacional de Danzas.

Allí conocí a mi partener de aventuras: escapábamos de las clases para vestirnos imaginariamente con los personajes del Hombre Nuclear y la Mujer Biónica. Justo en el momento en que todos estaban en clase y el edificio de Esmeralda y Diagonal quedaba en silencio y a solas.

Tendríamos 8 años y fueron un par de temporadas de juegos. El claramente no necesitaba las clases. El talento se le veía con sólo pararse en primera posición y un poco se notaba que estaba harto de que se lo dijeran.

No nos vimos más hasta hace una década atrás, en una presentación de @ElSitiio que ya no existe.

Nos reencontramos virtualmente en reportajes y otras yerbas… nunca me dijo si se acuerda de esa época.

Para mi es de los recuerdos más plenos ahí adentro donde la exigencia era mucha y nosotros demasiado niños.