Los hitos memorables pueden empezar en una mesa de café. ¿Cómo saber que se está haciendo historia cuando se debate entre poner uno o dos sobrecitos de azúcar en el pocillo? Clyde Snow ya era un afamado especialista forense texano, cuando en 1984 llegó a la Argentina. Por entonces, la reciente democracia tenía la piel nacional erizada. Eran momentos de abismos infinitos y búsquedas aún sin respuestas.

Arqueólogo especializado en antropología, Snow, quien había trabajado en el equipo que analizó la muerte del expresidente John F. Kennedy y había confirmado la identidad de Josef Mengele en Brasil mucho antes de que lo hicieran las pruebas de ADN en 1992, llegó al país convocado por Abuelas de Plaza de Mayo para formar un equipo que intentara develar las identidades de los desaparecidos.

“Sucedió de casualidad, cuando yo era estudiante de Medicina en la Universidad de La Plata”, cuenta Morris Vernon Tidball-Binz. Invitado Snow a brindar una conferencia sobre su especialidad junto con otros expertos, queda en desventaja ante la renuncia de su traductora abrumada por la terminología técnica que desconocía. Allí, un enjuto chileno rubio de 26 años se transforma en el eventual traductor reemplazante para asistir a Snow en sus presentaciones.
Con Tidball-Binz conversé para mi último reportaje de #LaNacionRevista
Aquí su historia.
Sólo te adelanto una frase: “Hay una sensación de sosiego en la tristeza que resulta muy conmovedora”. 
 
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