La mañana vino cargada. El despertador no sonó. Se olvidaron la vianda en la mesada de la cocina. Cuando llegaron al subte, la línea A llegaba sólo hasta la estación Loria, y les toca bajarse dos más allá. A pesar de todo, dos minutos antes del timbre, llegan a la puerta. Despachás a la prole y, justo antes de que pisen el umbral los llamás. Giran, te atienden en medio de la batahola del ingreso. Les zampás “ahora mamá va a arrasar su cuarto”. Como si no importara, se dan vuelta e ingresan al cole.
Las pantallas incluyeron un nuevo interlocutor familiar. Uno que es capaz de dejarte mensajes como el del juego Crash of Clans, diseñado por Supercell, que te avisa que tu aldea será arrasada siempre que no estés jugando. En síntesis, por si no lo pescaste aún, la única manera de proteger tus propiedades en el juego, es permanecer jugando.
Dos decenas de especialistas me ayudan a entender el fenómeno de las pantallas y los #chicos en mi nuevo ensayo para #LaNacionRevista
No puede ser mejor el trabajo de @enriquezilustracion que acompaña mi texto.
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