Hay que ser muy valiente para llegar a una entrevistadora de estrellas Michellin para el medio de gastronomía más antiguo de Italia para la que las milanesas son su perdición, con el atrevimiento de hacerte probar el nuevo emprendimiento. Acá te cuento cómo le fue con semejante tupé a los ideólogos de La Milanga Delivery.

En Austria te dicen que un perfecto Winer Schnitzel es aquél sobre el cual uno se pueden sentrar sin mancharse el pantalón. Qué tendrá que ver con el tema que nos convoca? Paseando por Austria, y -en particular- por Viena, el viajero inquieto preguntará por el plato tradicional para probar, y allí aparecerán las Wiener Schnitzel. Las milanesas!!!

Aunque se coman mucho en alemán, cierto es que las versiones sobre su origen son múltiples. La pulseada entre Milán y Viena es de clásico futbolero.

Una versión dice que el plato fue inventado en 1683 por soldados alemanes y polacos, que se unieron a los austríacos en la Batalla de Viena. Esta contienda marcó la consolidación de la dinastía de los Habsburgos y el inicio de una fuerte disputa familiar: la rama austríaca se atribuía el invento, mientras la rama italiana decía que ya en 1134 se había servido la “Cotoletta a la Milanese” en un banquete en la Catedral de San Ambrogio.

Ese plato italiano solía servirse con hueso, mientras que en Austria se prepara sin él. Además, por ley, solo se puede llamar Wiener Schnitzel a la milanesa hecha con carne de tenera.

Los italianos acusan al Mariscal de Campo Radetzky de haberles robado la receta luego de haber derrotado en el campo de batalla a los milaneses en 1848. Tras vivir varios años en la ciudad, al volver a Austria en 1857 el Mariscal se habría llevado la receta como parte del botín de guerra, transformando las costillas a la milanesa en costillas a la vienesa.

Los austríacos por su parte afirman precisamente lo contrario, y acusan a un cocinero italiano que sirvió en la cocina de los Habsburgos de haberse llevado la receta de los Schnitzel a tierras lombardas.

Sin embargo, mientras ambos bandos fanatizados se disputan, en el Siglo I antes de Cristo un romano llamado Marcus Gavius Apicus, estrella de la gastronomía de entonces, mencionaba una receta basada en cortar la carne finamente, empanarla y freírla.

Aunque localmente nos gusta arrogarnos el invento de este manjar que en todo hogar se ha cocinado al menos una vez, lo cierto es que sólo una variante del plato es argentino. La milanesa napolitana, debe su nombre al Restaurante Napoli, que en la década del ‘40 estaba situado frente al Luna Park y donde Jorge La Grotta creó el plato.

Que no te falte (y a mi menos)

Sí, soy una niña pequeña de alma a la que le apasionan las milanesas. En estos tiempos, tener a mano no siempre es tan sencillo y hacerlas en casa a veces demanda de varios recursos que, en ocasiones, se agotan. Es allí, cuando hace falta llevar a la mesa un platillo que nos llena de sonrisas en corazón o es preciso abastecer el freezer de buena gastronomía, uno se debate entre las complicaciones de hacer milanesas mientras se desarrolla el homeoffice, se atiende la casa, se cuida a los más pequeños y se vive el trajín escolar.

Allí aparece un equipo que aprendió que las milanesas se hacen con el amor de quien desea comerlas. En La Milanga Delivery decidieron que sus productos nos solucionen la vida y lo dicen en serio. Las pedís desde tu celu o compu. Las recibís en tu casa, recién hechas, listas para congelar (en bolsa amigable con el medio ambiente y con separadores para que tomes la cantidad justa que necesites cocinar cada vez que lo hagas). Cuando es hora de comerlas, las sacás del frezer y sin descongelar, van sin escalas al horno o sartén. Así, en este último tipo de concción tienen el talento de salir sabrosas, pero sequitas, sin llevarse mucho del aceite de la sartén. En el horno, con el truquito de sumar una fuente con agua durante la cocción, todo funciona perfecto y se comen con amor.

Hablemos de sabores: pollo, nalga, carne, mozzarella, con relleno… ay tengo que dejar de escribir para ir a probar la última que queda. A mamá mona con bananas verdes, ¡para nada! Supieron a quien elegir para darle el visto bueno a lo que hacen.