De pronto, cuando el afuera se cierra, dentro se abren pequeñas nuevas oportunidades. Los chicos fueron de los que más perdieron en este tiempo, pero la gente de Teatro Ciego se las ingenió para pasarles el cuento en casa.

Los niños pasan tiempos de ostracismo. Refugiarse en casa permitió dormir hasta tarde, en casa sin gozar de las buenas cosas que enriquecen el espíritu más que cualquier otra cosa es un foco más de la tristeza de estos tiempos.

Aunque muchas son las preocupaciones, el disfrute de lo bueno no se relaciona con precios o costos, sino con capacidad de goce. Un rayo de sol disfrutado en el rincón más somero de la ventana te puede cambiar la vida si sos capaz de dimensionarlo.

A eso se llega cuando se ejercitan los sentidos. Cuando uno de ellos se adormece y se impone agudizar el resto, se abre un portal a una experiencia diferente.

Teatro Ciego es una compañía de experta en contar historias en absoluta oscuridad integrada por 70 personas, de ellas el 40% con ceguera o baja visión. Cada obra es un mundo y una aventura en la que te invitan a jugar mas allá de los límites visuales. Una experiencia completamente inmersiva que despertará la imaginación y desafiara la realidad a través de los sentidos.

Ojitos de imaginación

La técnica Teatro Ciego surge en Córdoba en 1991 cuando Ricardo Sued, inspirado en las técnicas de meditación en la oscuridad practicadas en los templos zen tibetanos, decide realizar una obra de teatro en total oscuridad. En el año 2001, Gerardo Bentatti, ex miembro de ese elenco convoca a José Menchaca para dirigir una nueva obra de teatro en la oscuridad. Este elenco es conformado en su mayoría por actores ciegos, miembros del grupo de teatro leído de la Biblioteca Argentina para Ciegos, por su habilidad para manejarse en un espacio sin luz. Un año después estrenan “La isla desierta”, de Roberto Arlt.

El deseo de fomentar la creación de nuevos espectáculos y el desarrollo pleno de la técnica produjo la necesidad de contar con un espacio propio. Gerardo Bentatti y Martín Bondone deciden encarar el ambicioso proyecto de poner en funcionamiento el Centro Argentino de Teatro Ciego. Luego de mucho trabajo y esfuerzo, el 4 de julio de 2008 abre sus puertas el primer Teatro Ciego del mundo, un espacio donde todos los espectáculos son presentados en la más absoluta oscuridad, buscando el desarrollo cooperativo e igualitario de sus miembros.

Ahora, cuando sus experiencias infantiles no pueden hacerse de manera personal, crearon una nueva idea. La box para niños permite llevar el Teatro Ciego a casa. Con un adulto a mano que guía la experiencia, nos escapamos un poco de las pantallas y nos preparamos para disfrutar de una obra sonora en 360 grados y un menú de riquezas para los sentidos.

Frente a las fiestas, una bella tentación para que elija Papá Noel para poner en el arbolito y disfrutar de  experiencia más que de objetos. Que la imaginación valga.