Hay sabores que levantan el ánimo y nos ponen sonrisas que emanan desde el sabor. En Cosi Dolce & Salato se juega todas sus cartas a que la tentación sea con gozo, aún en estos tiempos de confinamiento.

Como las hadas de las historias, en Cosi Dolce & Salato un despliegue para el que, parece, esconder detrás el mostrador, las varitas máginas que lanzan polvo de estrellas por doquier. El reducto físico no necesita más, y mucho menos ahora para seguir ejerciendo la magia encantadora de cajita de música.

Como una reversión de Hansel Y Gretel, las experiencias dulces son irresistibles. Hay magia de leyenda para  encontrar nuevos sabores para endulzar a la clientela. No sólo deslumbra por las enormes tortas, sino con las miniaturas inigualables.

Su estrella está signada por la definición de hacer las cosas con amor, porque los comensales lo ameritan. No se trata ya de comprarlo en sitios donde se mezclan con otras especialidades, sino de concurrir a empalagoso lugar donde las varitas hacen su mezcla mágica.

Tortas grandes e individuales, minicakes, budines, petit fours (que llegan en bandeja surtida de dos tamaños), coockies y alfajores, una gama abrumadora de azúcar bien entendids para levantar el ánimo de cualquiera.

Gift box, menúes semanales y un fiesta de salados que no tienen parangon. Hay catering, con opciones de cocina tradicional bajo una mirada de cocina de casa, con propuestas que tienen un toque gourmet, pero también una cierta mano de abuela con cacerola oliendo sabroso.

Mi lema en la cocina de familia es que cuando cocinás das amor. Es una forma de decirle a los tuyos que te importan. Cuando eso pasa en una hornalla ajena, pero que sigue ese mandato, explorar se convierte en una magia que aún puebla algunos rincones dignos de ser hallados.