De orígen árabe, con una definición anclada en el término “panal de miel”, el alfajor se ha convertido en emblema argentino de la dulzura. Cachafaz se animó a patear en tablero desde Liniers para convertirse en leyenda.

Consumido por una amplia mayoría de argentinos. Regalo obligado para propios y emigrados, las valijas se llenaban de la costa cuando no había alternativa, y ahora lo hacen desde Ezeiza (cuando lo cuarentena lo permitía) para soltar alguna lágrima golosa en el destinatario.

Algunos sostienen que el pionero que creó el alfajor argentino propiamente dicho fue el químico francés Augusto Chammás, que abrió en Argentina una fábrica de dulces, entre los que se destacaba un alfajor redondo. Sin embargo, no todos están de acuerdo. Otra corriente sostiene que el primero en masificarlo fue el santafesino Hermenegildo Zuviría, apodado “Merengo”.

Quizás el alfajor más tradicional en el país, sinónimo de chocolate y buenos momentos, es el Havanna, que abrió su fábrica el 6 de enero de 1948 en Mar del Plata y a través de los años logró expandirse, primero por la Costa Atlántica y luego más allá. Pero, perdiendo con la industrialización y el cambio de manos, cierto corazón local artesanal. En pos de esa tradición los hermanos Alcaraz de Liniers contactaron a los proveedores originales y reinventaron con marca nueva al viejo Havanna para quienes lo extrañaban. Circularon el boca a boca cuando las redes eran uh mundo menos popular, pero eso bastó para convertirse en mito.

Todo el proceso fue interesante porque no sólo ganaron mercado con un buen producto, sino con la inteligencia de los guiños que se propusieron en el proceso. Cachafaz era el apodo del hermano más pequeño, Gastón, quien ya no es parte del proyecto. Al estilo Steve Jobs, arrancaron en la cocina de casa. Hoy cuentan con planta en Cudadela. Pero no se quedaron en la producción de los alfajores más buscados por el séquito de fans, sino que han sumado conitos, aternativas de maicena, y una nueva propuesta de galletitas con orgullo por lo sano.

“El cachafaz es un tipo de vestir muy elegante y en su presencia arrogante se destaca un gran señor”, es la letra del tango de Ángel Villoldo, pero podría ser la del envoltorio.