La inspiración del neutro, los tonos de la calma, el sonido de la armonía ahí no más… el susurro de las telas, la melodía de las tramas y las estaciones que llenan de variantes la paleta que nunca abandona la finura. Todo eso lleva Plotka en sus pinceles.

Si uno debiera imaginarse el paraíso pondría la contemplación, esa hora de la siesta silenciosa, una lectura bajo la sombra y un poco del bullicio de encuentro en charlas interminables. La confortabilidad de moverte a tus anchas, sin limitaciones externas, a tu ritmo, como una melodía improvisada de una noche de jazz en Nueva York. Plotka es eso, un reflejo cercano a lo que uno imagina del paraíso.
Hay métricas en el vestir que no siempre han sido amables. Sin embargo, Plotka lo percibió como un desafío: una elección con concepto para dar vida a indumentaria femenina pensando en diseños para sentirse a gusto con la fusión de lo clásico con lo vanguardista, la elegancia con la modernidad. Los moldes de las prendas entran en todas las aspiraciones. Hay goce en el fluir. Gran parte de la sutileza de sus estilismos corren por la elasticidad de la brisa. El ir y venir de las formas delinea sin premura los cuerpos que habitan. Hay espacio para la interpretación libre. Hay ánimo de inmensidad a la hora de pensar los recorridos de una prenda.

Sus piezas asocian la confortabilidad con la elegancia. La personalidad con la innovación. Clascisismo y vanguardia se estrechan en una armonía musical que resulta atonal. Géneros nobles, que  permiten crear diseños con sensación de poder que sólo transmite el llevar la ropa de manera natural, sutil, sin pasar desapercibida. Una identidad intensa, potente, que grita el diseño que porta, pero que como una Grace Kelly de estos días, se asoma a una ventana indiscreta para que, así solo, con su aparición, todos quieran eso que usa.
El cincelado artesanal, que cuida cada detalle, se pone de manifiesto en vuelos que acaparan la atención, desnieveles que como montaña rusa slow recorren todas las figuras. Una moldería propia sobre telas perdurables que ponen a Plotka en el estante de lo que entra en el placard para no irse en decenas de temporadas. Esa prenda que con su sola presencia pone diseño de autor en pret a porte.
Esa magia alquímica de la comodidad se mantiene en secreto, en rumor, en chisme o cotilleo egoísta donde las que tenemos un Plotka queremos que quede entre nosotros… Un diseño que embriaga con apenas unas gotas.