La inspiración del sitio, los tonos de la tierra, el sonido de la coordillera ahí no más… el viento, la calma y las estaciones que llenan de variantes la palet. Todo eso lleva Renata Würschmidt en sus pinceles.

Si uno debiera imaginarse el paraíso pondría la calma, esa hora de la siesta silenciosa, algo de la sombra de los áboles de la plaza central y un poco del bullicio quedo de los bares de la plaza con su gente multicolor intercambiando cansina las charlas de la jornada. Chacras de Coria, en Mendoza, es un reflejo cercano a lo que uno imagina del paraíso.

Desde sus 8 años su mamá le enseñó a coser, algo que su abuela le enseñó a ella. Recuereda que hacía moños y los vendía en el colegio. Su papá le compraba las trabas del pelo y le imprimía unos papeles de alto gramaje con su marca.

Ella le pasaba la máquina a esas cartulinas y podía cortarlas como troquel. La cuestión es que se iba al cole con su caja llena de moños y los vendía todos!

Lo mismo paso a sus 20 cuando empezó a coser carteras de tela de tapicería y las vendía. Su habitación que compartía con su hermana Ele era de puras telas e hilachas. Así se pago un viaje a Europa y vivió un año a España con una beca que se ganó en la universidad.

Ahora, pasado el tiempo, sigue cosiendo a cuatro manos todos los diseños que hace antes de convertirlo en telas.

Empecé a pintar en el año 2007 -cuenta Renata Würschmidt-. Estudié administración de empresas y trabajé en el área de comercio exterior. Después estuve como plan manager de una marca de una bodega. Me fui desarrollando en la misma empresa y pasé por comercio exterior, hasta que recalé en marketing”. Ese fue el momento de renunciar para dedicarse totamente al arte.

Su experiencia le ha permitido vincular al arte con el marketing, como una herramienta más. “Fui a algunos talleres -cuenta en relación a su formación- pero siempre me dediqué a pintar sola porque lo empecé a hacer desde un lado muy personal, para mi y para llenarme a mi misma”. Nunca imaginó en que esta necesidad persona iba a convertirse en su actividad principal.

Los tonos por sobre todo lo demás

“Me considero una creativa del color -explica-. Es mi manera de expresarme y mostrarlo es a través del soporte, de la obra, que también se ha ido moviendo un poco”. Ahora tambien hace arte digital y murales como otras unidades de negocio.

Hizo varias muestras, de hecho estuvo recorriendo Francia por tres meses el año pasado haciendo muestras por todo el país. “Me encanta llevar mi arte a diferentes lugares y darle una vuelta de rosca, hacer instalaciones y cosas un poquito más divertidas”.

Tiene hace varios años trabajo con bodegas de Mendoza. Todas tienen sus espacios de arte, y la encuentran en varias de ellas. El 80% de su obra la vendió afuera. “Las bodegas han sido un muy buen espacio para poder comunicarme y dialogar con el turista”, afirma. En ese marco desarrolló el arte digital aplicándolo a diferentes productos para que el turista se pudiese llevar ese ‘souvenir’:.

En ese marco hizo  ‘style your table’: posavasos, individuales, vasos, velas, phone holders, pañuelos, llaveros… y delantales. La pandemia la soprendió con servilltas impresas que la inspiraron en hacertapabocas. Mendoza durante la primera etapa de cuarentena estuvo divino, se la pasó afuera en el jardín, con los pies en la tierra, conectando, pintando un montón. Intervino un sillón, hizo un montón de cuadros, empezó a dar y a hacer murales. También hizo tutoriales y armó una comunidad muy interesante con el público.

Telas exclusivas devinieron en tapabocas. Relata: “tiré la idea y ahí se desató una locura, fue una cosa de ya no dormir, era todo el santo día cosiendo… creo que voy por algo más de dos mil de tapabocas vendidos”.

Sus productos llegaron hasta el gobernador. Arte digital aplicado sobre la tela, que modifica los colores, son triple capa. Por afuera es tela de poliéster, al medio es de friselina y la otra cara es de algodón con un bolsillito para poner el filtro. Tiene más de 300 modelos diferentes, porque su necesidad de crear es más potente que cualquier otra cosa. Esa magia alquímica del color que embriaga en Chacras de Coria.