La inspiración del neutro, los tonos de la calma, el sonido de la armonía ahí no más… el susurro de las telas, la melodía de las tramas y las estaciones que llenan de variantes la paleta que nunca abandona la finura. Todo eso lleva Caro Madero en sus pinceles.

Si uno debiera imaginarse el paraíso pondría la contemplación, esa hora de la siesta silenciosa, una lectura bajo la sombra y un poco del bullicio de encuentro en charlas interminables. La confortabilidad de moverte a tus anchas, sin limitaciones externas, a tu ritmo, como una melodía improvisada de una noche de jazz en Nueva York. Caro Madero es eso, un reflejo cercano a lo que uno imagina del paraíso.

Caro es diseñadora de indumentaria. Trabajó para varias marcas de moda antes de lanzarse a su propio emprendimiento. Comenzó hace 12 años haciendo carteras. Para entonces ya tenía una amiga que no tenía el cuerpo estipulado y no encontraba nada que le quedara. No podía comprarse ropa y tenía que mandar a hacerla porque no encontraba talles para ella. Esa fue la inspiración para que empezara a hacer remeras normales, pero con muchos talles. La idea arrasa porque todo el mundo quería una remera adecuada a su talle. “Algo tan sencillo como eso -me cuenta-. Remeras de diseño, de buena calidad y con talle. Con el boca en boca empecé a crecer y de ahí a hacer un montón de ropa más: pantalones, buzos… una una colección completa”.
La ropa que diseña es para todos los días, muy versátil porque apuntan a una mujer que está en constante movimiento. Es esa que a la mañana va a trabajar, a alguna reunión, que después tiene que llevar a sus hijos a la escuela, puede salir anoche… y la idea es que todo  se adapte y no al revés. “Esa es la premisa”, explica.
Interesan las telas de muy buena calidad. Cortan, tizan, hacen la moldería… el paso a paso asegura que lo que sacan cabe en sus sueños. Trabajan con una curva de 4 talles reales. Se sienten orgullosa de eso. Tanto que, dice “estamos viendo siempre de agregar más talles”.

Recientemente Caro sumó a su hermano tratando de hacer crecer aún más su proyecto. “Apuntamos a la sustentabilidad, pensando en los desechos de tela, porque cuando uno corta quedan restos y no queremos que terminen en la nada, así que tenemos pensado reciclar esos trozos para lanzar una marca para la casa que sea a base de retazos de tela y así generar un ciclo donde no haya mucho desperdicio”.

El cincelado artesanal, que cuida cada detalle, se pone de manifiesto en vuelos que acaparan la atención, desnieveles que como montaña rusa slow recorren todas las figuras. Una moldería propia sobre telas perdurables que ponen a Caro Madero en el estante de lo que entra en el placard para no irse en decenas de temporadas. Esa prenda que con su sola presencia pone diseño de autor.
Esa magia alquímica de la comodidad se mantiene en secreto, en rumor, en chisme o cotilleo egoísta donde las que tenemos un de sus piezas queremos que quede entre nosotros… Un diseño que embriaga con apenas unas gotas.