Un resort rodeado de un entorno único en Buenos Aires. El hotel se encuentra junto a La Reserva Cardales Country Club, en un entorno natural privilegiado, a 60 km de Buenos Aires.

De pronto a hurtadillas te llega un rumor. Alguien te sopla en la oreja y te saltan las lágrimas de viajero empedernido porque este tiempo se transformó en altas celebraciones por pequeños milagros. Retomar experiencias que venías teniendo ganas de recuperar. Tomarte un rato, irte acá cerca, aunque sientas que te fuiste a un resort en el caribe. Tomarte una hora y monedas para llegar en auto a un paraíso con lago, playa y palmeras. Que apenas te lleve subir un bolso al baúl del auto y que te enfrentes a casi un monoambiente que te espera con sonrisa de terraza amplia para que vivas el desayuno viendo el acompasado ritmo de la vegetación que danza entre los primeros rayos de la mañana. Que con un par de prendas mezcladas con un libro, la notebook y las gafas te sientes en los sillones a ver caer el sol manso, resignado de la belleza de las breves ondulaciones que el Sofitel Cardales tendió sobre la mesa de disfrute.

Un paisaje que ayuda como nadie a componer esta ópera que te permite tomarte un par de días apenas para aprender sus melodías y recordarlas largo tiempo. Aunque te deje con las ganas de comprarte el abono y asistir toda la temporada.

La reapertura ha sido paulatina. Con esfuerzos visibles por hacer como que no ha pasado nada, pero -a la vez- mostrando abiertamente que todo lo que tenía que pasar para que el funcionamiento sea posible, está allí.

Se siente el pasajero amablemente contenido. Con afecto y alivio de verse de nuevo anfitriones y visitantes. La propuesta formal hoy es de miércoles a domingo. Se invita a tomar una estadís 3×4, aunque cada uno puede hacer el plan que más le guste.

No todo queda en la calidez del detalle y de ese espacio que rememora la calma hacia adentro de Jacarepaguá. Se ven pocos pasajeros, aunque el sitio no está nada vacío. La convivencia en la pileta es armónica y distante. Los sonidos son los de la naturaleza.

Le Lac, el restaurante de fusión gourmet, es quizás el espacio que aún le toca encontrar el mejor balance. Pero lo intenta con ahínco. La milanesa de cordero es un hallazgo potente. La vista a la laguna deja con la boca abierta.

El paso se pierde entre las rutas internas. Las vistas se renuevan desde diferentes ángulos. Instagram se hace una fiesta.

Que vuelvan los clásicos nos saca una sonrisa. Que volvamos nosotros debería ser una costumbre para repetir.