Una pieza argentina digna de entrar al museo culinario. Cuando uno cree que todo está dicho, siempre puede haber una palabra nueva. El diccionario de las empanadas ha encontrado una cantidad sorprendente de vocablos de la mano de Tremendas.

Aún en medio de la pandemia hay identidad común en las mesas argentinas de abrazos compartidos y creación colectiva es la empanada. Hay un lenguaje de fronteras dentro que se lee en el esculpido de cada una.

Los que investigaron dicen que la empanada debe su origen en una práctica que los mineros ingleses importaron a nuestro país. Ellos tenían la práctica de realizar pasteles que encerraran los ingredientes que les permitía comer variado sin que los elementos se perdieran. Los primeros hacedores de los cornish pasties, así los llamaban fueron los  mineros ingleses de Cornwall. Sin embargo los tucumanos aseguran que la tradición se remonta a la época de los conquistadores y colonizadores españoles que la heredaron de los árabes y la trajeron a América. Su aparición comenzó en la región andina y sufrió cambios en sus ingredientes de acuerdo a la utilización de los diferentes productos autóctonos de cada territorio.

A lo largo de toda la cordillera latinoamericana esta exquisita y práctica comida presenta distintas variantes: es más o menos jugosa, más o menos picante, horneada en horno común o de barro, o frita, con repulgue arriba o al costado, cambiada por el aroma único del comino del noroeste argentino o ardiente por el ají que llegó del Perú, perfumada por la aceituna o por las pasas de uva, etc.

Hablando de tradiciones

La cocina en las casas era el templo. Ese sitio donde la palabra santa de la cocinera hacía bailar a todos los monaguillos que se acercaban a dar una mano. Cuando se rescatan esas cimientes, se recrea una leyenda. Empanadas Tremendas son Eleonora y Leandro, una pareja de 35 años a la que siempre les gustó cocinar y emprender.  En 2017 decidieron abandonar sus trabajos en relación de dependencia y pensaron en algo simple. Aún así, querían ponerle su toque. Vislumbraron la empanada como el lienzo donde pintar su nueva historia.

La cuestión es que dotaron a la mesa porteña de nuevos tonos, coincidentes con 20 sabores súper artesanales, todos hechos con dedicación y amor en cada detalle. Hornean las carnes 3 horas, utilizan materias primas de primera, elaboran  las masas con su propia receta, muchas de ellas con colores que logran con colorantes naturales y hacen los repulgues de cada pieza a mano.

Casi 3 años después ya son un equipo de trabajo del que están orgullosos. Tienne un local en Nuñez donde entregan las empanadas horneadas y congeladas (listas para hornear cuando quieras!). Aunque como con un artista que te gusta, todos tus cuadros te apetecen, cuentan que las 5 más pedidas son; vacío al malbec, vacío provoleta y chimichurri, mollejas al verdeo, bondiola a la barbacoa, cebolla morada y puerros con queso brie.

La intención es compartir la mesa familiar. La de la ceremonia de saborear las empanadas que llegan congeladas, listas para ser cocinadas al toque o calentitas para hincarles el diente en el momento. Hay tanto amor puesto en el detalle (nunca vi una paleta como esa) que da cosita comerlas

Reivindicar las tradiciones, volver a los orígenes, abrir los secretos de las cocinas caseras. Hay allí una experiencia de vida acumulada que es una universidad culinaria sin precedentes.