Una mirada caribeña que, atravesada por el concepto de panadería artesanal y fermentación natural, deja con ojos asombrados con miga que desborda. Eso es Sam Canillas.

Hecho con amor. Es el mejor modo de definir lo artesanal. Esto es lo que tienen como concepto los ideólogos de la panadería Sam Canillas.

Oriundos de Mérida, Venezuela, Andrés tiene 6 años en Argentina y Miguel tiene 3 años y medio. Se conocieron en su primer trabajo gastronómico, a pesar de que ambos tienen esto como oficio a tiempo completo, pero Miguel es arquitecto y Andrés músico y licenciado en cine.

Se conocieron hace 15 años y en Argentina se reencontraron y empezarom a querer planear algo. “En el 2018 nos compramos un hornito de pizza -explica Andrés-, un hornito de piedra eléctrico y comenzamos a hacer algo. Ese año estuvo complicadísimo laboralmente para mí y quería empezar a hacer algo propio y estaba pasando por una situación bastante compleja laboralmente y sobre todo venía arrastrando una tristeza muy grande como una depresión por el desarraigo y ese año decidí comenzar a hacer algo y me puse a hacer pan”. Activo, enérgico, apasionado y hacer pan lo bajaba muchísimo, lo hacía estar tranquilo.

Allí la magia empezó a resonar: panes de masa madre. “La idea era ponerlo en mi casa, en Palermo y resulta que un día, caminando por aquí por el barrio, no quería hacer la misma ruta que hacía siempre y caminé por otra cuadra diferente y me topé con el local que ahora tenemos. Estaba realmente destruido pero confiaba en las habilidades de Miguel para construir y decidimos remodelarlo.

En diciembre cumplieron ya 2 años y fueron en ascenso muy rápido porque presentaron un producto accesible. “Nos dimos cuenta que el problema de los restaurantes es que no pueden ofrecer buen pan porque no tienen tiempo para hacerlo y nosotros teníamos mucho tiempo:, explica Andrés-

El punto de quiebre fue la pandemia: quedaron sin sus otros trabajos, justo cuando habían invertido en un horno más grande.  Decidieron hacer vidriera de su local y abrieron al público.

El olor a pan bueno invadió toda la cuadra y empezó a ser un éxito pero muy rápido. La gente tenía una panadería cercana donde comprar un buen pan. Está funcionando porque hay honestidad. Elaboran a la calle, con ex compañeros de empleos previos. A 9 meses de haber abierto, a dos años de haber comenzado, ya son ocho personas. Tienen una cartera enorme de clientes de restaurantes, una del barrio y de gente que llega de otros lugares

Más allá de la belleza de sus piezas que son seductoras desde el crujir, la apariencia, la elasticidad y su personalidad, no dejes de tentarte con el pan de jamón es un clásico de diciembre en Venezuela. Representa unión, celebración, abundancia. Es muy particular: tiene aceitunas, pasas de uva, jamón, panceta, en una masa tipo brioche. La suma de todo eso hace un producto redondo en la boca, tan circular como esta historia de esfuerzos, convicción, no bajar los brazos y resilencia alegre. Un manera de sobreponerse a los desafíos que los venezolanos nos están legando. Que aprendamos y que se goce.