Con todas las energías del mundo puestas en contra, el argentino Santiago Tamagnone se propuso hacer un film de terror en pandemia. Como un doble miedo volcado en la creación.

Hoy las películas de terror tienen innumerables ramas: slashers, splatters, metraje encontrado, etc. Sin embargo, todas tienen una raíz común. Una que comenzó hace cien años y ha quedado olvidada casi hasta morir … pero al igual que cierto monstruo que ayudó a convertir este género en un nombre familiar, el expresionismo alemán está regresando de la tumba.
Johan es una creación del joven (27 años) director argentino Santiago Tamagnone, quien con guión y dirección le puso el cuerto a una reinvención de las tradiciones del terror de la mano de Johan, su ópera aprima,una nueva versión de un formato antiguo y de la producción cinematográfica. “Como narrador -cuenta-, entiendo que las historias son solo tan valiosas como los personajes que las encarnan. Aplico este concepto en todos los medios en lo que me desenvuelvo. Ya sea en el cine, el teatro, la prosa escrita, la actuación, la fotografía o la publicidad, los personajes son mi principal foco a la hora de contar un relato y eso es algo que puede verse con claridad a lo largo de todos mis trabajos”.

Como las películas de la época, Johan se rodó en blanco y negro con una iluminación atmosférica de alto contraste, pero a diferencia de ellas, la ruptura entre el cine y la realidad se logra mediante el encuadre y el uso narrativo del color.
​ Las localizaciones tanto de San Potito Sannitico como de Canarias, ofrecen a la película la estética perfecta para esta original historia. Proporciona una mezcla única de elementos antiguos y modernos que lo hace sentir anacrónico y de otro mundo

La historia se basa en un joven llamado Johan (encarnado por Norberto Trujillo) que se despierta en una iglesia vacía en medio de un pueblo fantasma. Como un niño en el cuerpo de un hombre, está perdido, sin recuerdos, incapaz de hablar y perseguido por visiones de la vida de otras personas. Su padre (en manos del actor, José Luis de Madariaga) comunicándose a través de una vieja radio, le dice que  los demonios malvados que viven en el pueblo lo mantienen prisionero. Empujado por un corazón heroico, Johan se embarca en una misión para superar la oscuridad y salvar a su padre. A lo largo de su viaje, está en conflicto con su misión cuando comienza a ver rasgos humanos en estos demonios, contrariamente a la palabra de su padre. Al mismo tiempo, comienza a desarrollarse su habla y, con ella, su capacidad de cuestionar.
Finalmente, con las manos manchadas de sangre, la mente frágil y la bondad perdida, Johan tendrá que tomar una decisión final: acabar con su padre, cos sus demonios o con él mismo.
El largometraje está dividido en dos partes. La primera se realizó en agosto del año pasado en San Potito Sannitico, un pueblo del sur de Italia, y la segunda en Canarias. En la primera se rodaron las escenas que transcurren en el pueblo y su iglesia, y en Tenerife una serie de secuencias oníricas que suceden en diferentes playas.
Batiendo los dilemas de estos tiempos, Santiago Tamagnone se propone llegar a los festivales. Afirma que “la primera expectativa ha sido que el resultado de la película nos dejara satisfechos artísticamente, tanto a nosotros como a todas las organizaciones, instituciones y personas que estuvieron involucradas en su realización. Los resultados que tenemos hasta ahora realmente están a la altura de esas expectativas”. El miedo llega este año. Con deseos de alfombras rojas, como la sangre.