Hubo una vez donde había un sueño de diseño. Y también hubo un tiempo que lo desmoroó en parte. Reinventarse en posible. Lu Alvarez es ejemplo.

Catalina Bahía nació como un espacio de diseño vanguardista. Donde jugar con los colores y las texturas. Siempre con el trasfondo de la diversión y la comodidad. No se trata de una moda que te tiene en pose, sino más bien una pose que te tiene a la moda.

La idea partió de la cabeza de Lu Alvarez, quien dibujó cada pieza con ingenio, pensando en un vivir relajado, combinable, pero personal.

Ponchos atrevidos, camperones con detalles, palazzos con arebescos infinitos, oxford que te pueden, capas multitarget y multiuso, vestidos lánguidos que seducen a todos los talles, remeras sencillas que sorprenden en un toque… Infinito más de ingenio y creación porque de cada pieza hay poco…

Y, de pronto, la panemia. Los sueños que se trastocan. Se desmoronan de a poco, como los de tantos otros emprendedores que se parallizan, casi se doblegan, pero finalmente se reinventan. Lu tomó sus prendas y las refundó. Las convirtió en un renacer de holgura y comodidad en casa, para verte linda sin estar en pijama, o estar con él haciéndote la que estás como para salir ni bien te dejen.

Lu no ató nada con alambre. Lo pensó, creyó en su esencia, y con las mismas cartas de siempre, creó ideas nuevas. No salió del paso sin ideas, sino con riqueza. Porque reinventarse en eso: darle vuelo nuevo a los sueños que tenían ala rota.