Moverse en un sitio histórico, deberse al barrio, mantener la raíz sin convertirse en un souvenir, explotar el valor diferencial con profundo arraigo de tradiciones… ese es un balance exprofeso que desarrollaron los dueños de Todo Mundo Club de San Telmo, para darle identidad a una mesa argentina por excelencia.

Al lado de la vida cosmopolita y vanguardista de Buenos Aires se teje la tradición de aldea que reunieron en su entorno la vida crucial de las comunidades. Llegar a Plaza Dorrego es aventurarse por sendas que retrotraen a la Buenos Aires de antaño. Realizar las compras del día, buscar algún condimento que no es sencillo de encontrar en otro lugar, o simplemente dejarse llevar entre los puestos de antigüedades, artesanías, discos o juguetes viejos.

En medio de esa mística, se ha creado un  polo gastronómico que permite disfrutar de opciones cosmopolitas que concentra todos los horizontes de la cocina internacional. La reunión se da bajo una espléndida cúpula celeste apenas enturbiada por las hojas de los árboles añosos, pero hay que animarse por los corredores, porque allí espera una sorpresa.

Es una experiencia ecléctica, que permite resolver una jornada completa en una combinación personal. Un cierto espíritu bohemio y nostálgico se encuentran armoniosamente entre las tradiciones que enarbolan en Todo Mundo San Telmo/ Es indudable el fondo de cocción de experiencia gastronómica que se lee en la propuesta. No hay nada de improvisación. Hay cancha caminada por años para jugar con los ingredientes y divertirse con los resultados, transitar el espacio chico y sacarle provecho, lucirse con ideas diferentes y fondos conocidos.

Carta corta

La pandemia ha creado un menú acotado, con productos genuinos, opciones que aseguran paladares felices al partir. Pero a esos productos reconocibles, se suma mucho ingenio para darlos vuelta y convertirlos en una joya que explota en el paladar.

Este restó bar instalado en un edificio de 1913, de estilo italiano se convirtió en el lugar ideal en la Plaza Dorrego, especialmente los domingos cuando se instala la feria de antigüedades, bastante limitada en este tiempo.Una magia que desde hace años la ha convertido en un clásico de los domingos, como si se tratara de un partido de football entre Boca-River.

El servicio es ágil, inteligente, apto para probar varios platos y compartirlos todos. El barrio está en el corazón del local y en el de las preparaciones. Y, sobre todo, hay mucho de eso: corazón puesto en lo que se hace, que, después de todo, es lo que termina dándole sabor a cualquier experiencia.