Si hay sangre no plasmática que corre por las venas del alma argentina es el dulce de leche. Así como el tango es la melodía, este producto es el sabor de los postres, el amanecer y el calor de las tostadas. DDL & CO. es la primera tienda del país dedicada exclusivamente al producto. Aquí su historia.

A quién puede importarle la historia del dulce de leche si lo que se cuaja en su prestigio es el sabor arrobador que desata esgrima de cucharas a la hora de escarbar hasta el fondo cualquier pote que se precie? Sorprende pensar las leyendas que se tejen detrás…

Una tradición costumbrista que devino en alguna medida en el relato oficial es la que indica que, como ha ocurrido con otros productos y recetas, su aparición fue producto de la suerte. Dicen que se transitaba 1829 en una estancia de Cañuelas, cuando Juan Lavalle y Juan Manuel de Rosas se econtraban en diatriba sobre los sucesos de la fecha. La criada que presentaba el servicio olvidó la lechada en el fuego. Se trataba de una preparación habitual de entonces de leche y azúcar. El hervor constante redujo la combinación a la mezcla conocida hoy como dulce de leche.

Hay quienes dicen que el dulce de leche se originó en la Capitanía General de Chile, desde ahí llegó a Cuyo y a Tucumán, donde se utilizó como relleno para los alfajores. En un congeso de patrimonio se certificó que el Colegio de Mendoza reportó en su libro del Gasto y las Entregas, entre 1693 y 1712, la importación de varios frascos de «manjar», tal como se lo llama en Chile: «se importan en el siglo XVII varios frascos de manjar, el célebre dulce de leche de origen chileno y que viajan a través de la cordillera hasta el colegio de Mendoza».

Con otro de nuestros vecinos exite una disputa que ha llegado a la UNESCO. Uruguay ha concretado una presentación reclamando derechos de origen sobre  el asado, las empanadas y el dulce de leche:

Otra de nuestras fronteras se empatana en la cuchara dulcra. En Brasil existe un relato escrito en Minas Gerais en 1773. En Paraguay la historia escrita se ubica entre 1819 y 1825.

En tanto, Daniel Balmaceda, historiador especializado en escarbar los vericuetos poco sondados de la historia, cuenta que Indonesia, en el sudeste asiático, se realizó por primera vez el dulce de leche y de allí llegó a Filipinas, alrededor del siglo VI, por lo que los navegantes filipinos del Pacífico lo trajeron a América, ingresando a México y desde allí fue multiplicándose por todo el continente.

Escaparate con cuchara

DDL & CO. es la primera tienda porteña dedicada exclusivamente al dulce de leche y sus productos derivados (alfajores, bocadillos, caramelos y licores) elaborados por pequeños productores de todo el país y comercializados en los seis locales de la marca, ubicados en Buenos Aires en los barrios de Palermo, San Telmo, Microcentro, Caminito y Recoleta y en Bariloche en Río Negro. Además de las más de 50 variedades provenientes de todas las provincias de la Argentina, Dulce de Leche and Co. cuenta con su propia versión del preciado dulce argentino.

Intentan posicionarse en el mercado del dulce de leche y estar presentes en el mundo con la mejor selección del país. Transmiten la dedicación y pasión que cada productor pone en la elaboración de su producto, haciendo del dulce de leche un símbolo de reconocimiento naciona.

Su clave nostaligica se afinca en el sentimiento que representa para los argentinos que viven fuera del país. Es el souvenir más esperado: además de reconstruir lazos que vienen de la infancia (el pan con manteca y dulce de leche, los alfajorcitos de maicena, los bizcochuelos rellenos), tiene el poder de transmitir valor emocional.

La tierra en la crecen las vacas y el alimento que reciben son directamente proporcionales a la calidad de su leche: así, con un producto fresco y seleccionado, se logra el mejor dulce de leche para consumir como postre, cocinar o acompañar un café.

Una cadena que se hunde en el ahínco del productor artesanal para con el dulce de leche de la mano, ser leyenda.