Por qué el invierno te tiene cerrar las puertas a un placer impecable? Es acaso que hay temporada para el sabor? Sí, algo de eso hay, pero no en el sentido que pensabas. Flamingo te muestra que todo es cuestión de ponerse creativo.
Seis mil años de viajes. Ese tiempo hay que remontar para encontrarse con chinos usando elhielo para conservar los alimentos. Pero también para hacer unas mezclas de leche y azúcar que vendían por las calles de Pekín, donde era una golosina popular. En el palacio imperial se almacenaban cientos de barras de hielo que se iban troceando según las necesidades del momento.
Ya en tiempo del antiguo Egipto, el helado se llevaba a la mesa del faraón y se servía en los banquetes en copas de plata. Era una especie de granizada de jugo de fruta casi helada. En cambio, los persas lo servían en la mesa de los potentados. Y, de ellos aprendieron los griegos, que se aficionaron a esta golosina cuando Alejandro Magno la probó por primera vez, en el siglo IV a.C. Alejandro tenía al helado por manjar divino y sentaba a su mesa, a su lado derecho, como correspondía a personas muy principales, a los reposteros y heladeros que trajo de Persia.
El helado era muy popular en la antigua Roma, no sólo entre el pueblo sino también entre las clases elevadas. A Nerón le encantaba, pero como hombre cauto mandaba hervir el agua antes de introducirla en la ampolla donde luego se elaboraba. Para su elaboración se utilizaban finísimos vasos o cubiletes de doble pared, generalmente en forma de ampolla: en uno se introducía agua aromatizada mezclada con jugo de frutas, y rodeándolo por el exterior se colocaba hielo picado o nieve hasta convertir la mezcla en una granizada que se bebía a sorbos.

Las técnicas y usos grecolatinos se perdieron a lo largo de la Edad Media, como tantas otras cosas. Cuenta Marco Polo en su Libro de las maravillas del mundo, donde recoge sus experiencias y viajes por la China del siglo XIII, que cuando estuvo en la corte de Kublai Khan le ofrecieron leche helada con azúcar. Aunque los italianos aducen que fueron ellos quienes introdujeron el helado en Europa, aquellos conocimientos fueron en Occidente cosa del califato de Córdoba. Lo que sí nació probablemente en Italia hacia el siglo XIV fue el helado moderno, idea del toscano Bernardo Buontalenti, creador del helado de frutas o tutti frutti. De Florencia pasó a París, donde se convirtió en plato de resistencia y secreto reposteril de Catalina de Médicis el día de su boda con Enrique II de Francia en 1533. Catalina llevó consigo desde Florencia reposteros y “hacedores de helados” que sirvieron a los invitados gran variedad de helados de fruta: durante los treinta días que duraron las celebraciones, los heladeros de la reina sirvieron cada día un helado diferente: de limón, de naranja, de lima, de cereza, de frambuesa… Fue el doctor español Blas de Villafranca quien en 1550 hizo posible la producción masiva de helados al inventar el medio de congelar la crema, cosa que conseguía añadiendo sal gema al hielo troceado.
Los gustos se acumularon, la tentación creció y un invierno sabroso y artesanal se convirtió en posible.  La clásica esquina de Vicente López de Flamingo se preparó para un invierno rico y artesanal, con los nuevos sabores Cheesecake, Chocotorta, Chocolate con Cerveza Negra y Naranjas y Macaron. También acaba de lanzar dos líneas de helados en envases reutilizables, bajos en azúcar y veganos, ambos sin tacc.
Flamingo ya venía marcando tendencia con Black Coconut, un helado negro, que fue furor en el verano, junto a otros sabores raros como  Pimienta de Jamaica, Malbec a la crema y Lavanda. Para esta temporada trae sabores bien dulces y tentadores, que además de innovar,  ampliarán las gamas de chocolates, cremas y dulce de leches, siempre muy pedidos en invierno.
Cheesecake es una sabrosa crema de quesos, con frutos rojos y masa crocante de galletitas,  basada en el postre que todos conocemos.
El Chocolate con cerveza negra y naranjas caramelizadas mezcla tres ingredientes que maridan muy bien y hacen una fiesta  de sabor en nuestra boca.
Chocotorta es una muy rica reversión del clásico postre argentino, con base de dulce de leche, queso crema y las famosas galletitas de chocolate. Se adapta a todo tipo de paladar,  nunca falla.
Macaron, una deliciosa base de crema de almendras, con un ganache de frambuesa y chocolate blanco,  acompañada de pedacitos de macarons artesanales.
Los  helados que vienen en recipientes reutilizables son de dos tipos. Los Bajos en Azúcar vienen de Chocolate, Dulce de Leche, Frutilla a la crema  y Limón al agua. Los Veganos  de Chocolate y Dulce de leche. Las dos opciones son sin tacc.
“Nuestros helados son una tradición en la zona, ahora tratamos de innovar con sabores no tan clásicos. Queremos llegar a la mayor cantidad de consumidores posibles, por eso también lanzamos opciones veganas, bajas en azúcar y sin tacc, con envases reutilizables,  asumiendo, además, un gran compromiso con el cuidado del medio ambiente”, enfatiza Alejandro Marinetto, uno de los dueños de la segunda generación.
No dejes pasar el invierno que los sabores creativos desaparecen…