La competencia parrillera es alta. El saber popular es mucho. Sin embargo, hay un espacio que se gana su lugar con toques de originalidad que le ayudan a sobresalir. La Estación, en Gouin,  tiene todo el encanto rural que se necesita.

Un patio verde, donde la estación se derrama por el andén y más allá. Ese mismo sitio con antepasados de grandes operaciones y riqueza agropecuaria. Un interior propicio donde encontrar cobijo de las inclemencias del tiempo sin perder contacto con la naturaleza. Un ámbito para gozar del aire libre. Con cierto tono de glamour campero nacional, acompañado de rusticidad genuina, las instalaciones espaciosas sugieren, desde la primera mirada, un encuentro distintivo con las carnes.
La parllla se ve, y el parrillero parece sufrir de una experiencia asadora yogui, con la calma de la brasa hecha a paso lento.
Todo está a la vista.
Árboles y suaves ondulaciones bonaerenses se conjugan en el restaurante de La Estación de Gouin. un sitio que se animó a repensar un clásico argentino con inspiración que no se queda sólo en la estética, profundiza también en la carta.

El origen del pueblo está indisolublemente ligado al emprendimiento constructivo de la línea férrea de la Compañía General de Ferrocarriles de la Provincia de Buenos Aires (CGFBA), empresa de capitales francoargentinos. Las obras se iniciaron en 1906 y el servicio se habilitó en 1908. En los planes empresariales de la CGFBA el ferrocarril jugaría un papel más amplio que el de un prestador de servicios. Concluida la columna férrea, la compañía encomendó el parcelamiento del campo adquirido a Mutuverría, y luego programó la subasta. Por eso se dice que a Gouin lo gestó una prestadora de servicios, pero lo amasó un conjunto de hombres y mujeres que con esfuerzo y tesón conformaron una singular localidad en el partido carmeño.
El presente lo preside una gran parrilla. Las entradas seducen con clásicos reversionados. Están todos los clásicos y llegan de a uno. Las ensaladas saben mejor de lo que se puede prever. Una tradición nacional. El pan también tiene su homenaje acompañado con las entradas sutlles que se comen con fruición. Las piezas al asador se suceden hasta decir basta. Los postres se ganan su lugar. Al partir, el pastelito acompaña para el regreso (aunque a veces se olvidan de dártelo, reclamado!) Buen paseo, amable espacio, atención correcta, corazón contento al salir.