Sumergirse en la identidad que Mario Boyé y René Pontoni quisieron darle a su proyecto -ahora en manos de herederos-, La Guitarrita es un negocio con historia que no se ha quedado en el pasado.

Las tradiciones no son antiguayas si, con sabiduría, se aprende a reinventarlas en tiempos modernos conservando su esencia. La experiencia de La Guitarrita, la pizzería que tiene más de medio siglo de vida e idearon Mario Boyé y René Pontoni recién comenzada la década del ’60, es una muestra de supervivencia inteligente.

Entrar en su salón de Núñez en revivir historias y descubrir vigencia. Con capacidad para 180 comensales, no deja espacio disponible para descansar la mirada. Repleto de típicos banderines, bufandas y remeras de diferentes clubes, que se intercalan con fotos antiguas y más recientes de estrellas de fútbol, artículos periodísticos, escudos y vajilla autografiada por los visitantes célebres

Lo pintoresco del estilo, bien porteño, con el cruce de las pasiones argentinas a flor de piel, se suma amablemente a uno de los placeres locales, casi tan fuertes como en su Italia original.

Se pueden degustar hoy las versiones que el maestro pizzero, don Jorge Antonio Grillo, quien trabajó por más de 50 años en el lugar,  ideó en sus comienzos. Los sabores heredados hasta hoy incluyen una serie amplia, horneadas con leña en el momento a la piedra. Las hay clásicas y también las rellenas. La estrella entre estas últimas homenajea al creador del menú. Grillito es una masa de pizza rellena con muzzarella, jamón cocido natural, longaniza y morrón, cubierta con provolone.

La nueva ola

Más allá del fanatismo por las opciones clásicas, está abierta la tentación a alternativas como  Farineta (rellana con muzzarella, cebolla, jamón cocido natural y rodajas de tomate, Madrileña (rellena con muzzarela, salsa de tomate, rodajas de tomate, jamón y huevo picado) o las especialidades de la casa.

La gloriosa  la Guitarrita (salsa de tomate, muzzarella, rodajas de matambre casero y huevo picado) o la desbordante Atómica (salsa de tomate, muzzarella, anchoas, morrones, longaniza y jamón cocido natural. Cuartos de final es ideal para indecisos, llega con cuatro sabores: provolone, napolitana, jamón y morrones y calabresa. En tanto para el que extraña la carne en medio de la pizza, está la propuesta de  Bondiola (salsa de tomate, muzzarella, morrones y bondiola).

La carta muta, siempre siguiendo los conceptos originales. En ocasión de la apertura de cuatro nuevas sucursales, se sumaron otras tantas versiones: Soy Olivo (salsa de tomate, muzzarella, provolone y rodajas de tomate), Soy Caseros (salsa de tomate, muzzarella, cantimpalo, rodajas de aceitunas verdes y negras), Soy Palermo (salsa de tomate, muzzarella, panceta y morrones asados) y Soy Urquiza (rodajas de cebolla, jamón cocido natural, muzzarella, champignones y cebolla de verdeo).

Empanadas que le dan pelea a las pizzas y postres que uno descubre cuando ya no queda lugar para un bocado más, son dos de las otras alternativas de una carta nutrida y original.

Hay un gran trabajo coherente de honor a las tradiciones y proyección hacia la innovación que se acompaña con equilibrio, mientras los mozos se disfrutan: nada mejor que una pizza cortada con el servicio que merece.