La cuarentena nos reencontró con la cocina. Algunos se esmeran en crear nuevas invenciones. Otros se esfuerzan por nutrir a los suyos y algunos más necesitan ayuda. Para ellos, que comprado no signifique no casero. Piso Uno preparó todo para que en casa se coma como en un hogar.

Cuando los primitivos humanos advirtieron que con el dominio del fuego habían asaltado con triunfo el futuro, establecieron también la gran diferenciación con respecto a los animales, e inventaron la cocina. Sobre piedras candentes cocieron las carnes y crearon los primeros platos.

La llegada de los colonizadores a América se origina por el intento de hallar un camino que ofreciera el acceso más directo a las especias, las que proporcionaron sabores paradisíacos y contribuyeron al arte culinario. Y tuvo lugar el inicio de un progresivo acto de creatividad familiar, aliñado por el toque artístico y la fuerza espiritual que, en constante desarrollo cultural, llegó hasta nuestros días.

Educar el gusto

Las prácticas alimenticias como un fenómeno cultural, es producto de la sabiduría gastronómica del grupo y del medio. La comida tradicional de un grupo social, es una de las  características culturales que no se pierden cuando una persona o el grupo emigran a una nueva cultura, porque confiere identidad y mantiene vínculo de pertenencia a la querencia que se dejó atrás.

La fuerza gustativa y afectiva con este vínculo se puede ver en cualquier parte del mundo; las personas que han emigrado a otros países, continúan comiendo los alimentos familiares tradicionales e invitan a degustarlos a sus amistades del país que les ha dado acogida.

Las tradiciones alimenticias más arraigadas pasan de generación en generación. Las culturas otorgan gran importancia al establecimiento en la descendencia, desde una edad muy temprana, de la alimentación familiar. Un ejemplo, cuando el pediatra o la pediatra le dice a la madre “comienza a darle de todo al niño”, ella en casa, cuando llega la oportunidad,  coloca en la boca de su bebé/a pequeños trozos de comida casera con gusto de sazón familiar.

El sabor se va construyendo como memoria familiar y cultural, que permite a las personas de diferentes culturas identificar la cocina de su país, de su grupo familiar, respecto a la de otros grupos, y le proporciona un sentimiento de familiaridad a aquellas que comparten la misma tradición culinaria. La comida del hogar, producto de gran variedad de factores: sociales, étnicos, económicos, es importante para que los pueblos mantengan sus rasgos culturales.

La cocina de casa

Personas estudiosas del proceso de introducción gradual a los niños/as en los sabores básicos característicos de la cocina casera, explican por qué algunos de ellos/as comen alimentos que contienen sabores, que al principio les resultaban desagradables. Dicen estos especialistas, que las fuerzas de la cultura determinan un modelo de situación, para que estos sabores inicialmente no deseables, acaben resultando agradables, porque son incorporados en su mentes, por los iniciados/as, como acatamiento a la norma familiar o la del grupo que aceptan como grupo de pertenencia, que le garantiza seguridad alimentaria.

Para que toda esa tradición no se pierda, los sabores deben ser genuinos. Piso Uno va en contra del proceso de industrialización, porque si algo se debe defender es que, precisamente son los emprendedores a menor escala quienes pueden mantener viva la llama de cocinar como en casa.  Bajo el concepto de comida real hace empanadas y tartas, además de algunas sorpresas acordes con los devenires del mercado y la fecha. Con su hacer demuestran que la cocina casera puede estar un piso más arriba, pero al alcance de la mano.