Hay fiesta para los ojos, calidez en la arquitectura, gozo en los aromas, clima con la música y belleza en el paladar. Puerta del Inca creó un balance afortunado en una alquimia compleja.

La entrada es amplia. Como un abrazo listo para recibir al visitante. El escondrijo es tentador y sorprendente. El incauto se topa con un célebre pasaje, el Belgrano, que se abre de la nada, en el corazón de San Telmo, entre la Plaza de Mayo y el circuito de los anticuarios. El Cassa Lepage Art Hotel sirve de contrapunto y exige a Puerta del Inca a estar a la altura. Un nivel que alcanza y mejora.

El pimer impacto es interesante… el salón es amplio, muy iluminado de manera natural, dotado de una serie de aberturas que conservan el estilo y diseño de los clásicos comercios del barrio. Su vista al frente es de valor: la han retirado de la línea de la calle, lo que le ha permitido armar un pequeño hall. Pero el patio interior es para no perderse. Allí donde el comensal se siente tendrá linda vista, con un salón bien distribuido conuna combinación de mesas tradicionales y sillones. Toques modernos (como las luminarias de cobre) y tradicionales (como las carpinterías) crean un juego armonioso de eclecticismo.

Hay dentro, afuera y abajo (sí, el subsuelo esconde un salón para reuniones privadas o festejos íntimos de hasta 14 comensales.

Mirar el plato

Luego de tanto contoneo de diseño, la carta llega con alborozo. Un rompeolas de platos de mar que confirman la herencia peruana que impone el chef Luis Hizo Martínez. De su mano Puerta del Inca ha logrado crear una carta donde los sabores de mar y tierra se fusionan a la perfección con las especias y productos típicos de la gastronomía peruana. Tendencias y tradiciones vuelven a conjugarse graciosamente en el menú. No todo queda allí: la barra toma protagonismo, donde Gastón “Tonga” Rodríguez prepara cocktails de autor, mientras que a un costado el sushiman Sergio Billafuerte deleita con su arte.

Entradas típicas con una vuelta de tuerca tentadora. Imposible obviar la Causa Limeña (relleno de pollo y mayonesa de apio). Buenas alternativas son el Tiradito de la Casa (finas láminas de salmón y lenguado, servido en salsa de morrón a la naranja, marinado en jugo de limas) y el Anticucho de Langostinos (langostinos jumbo marinados en salsa menier anticuchero).

De la carta, se destaca el lenguado del Inca (filet de lenguado al vapor con langostinos en salsa de hinojo al anís, acompañado de puré de papas con corona de hojaldre y servido sobre una ostra gigante), el maremoto (langostinos envueltos en láminas de lenguado, cubos de salmón rosado y callos de vieiras en salsa de la pasión) y el filet de trucha patagónica (trucha a la grilla en salsa provenzal con papines y batatas).

Para quien desea saltearse los pescados, los risottos y pastas dejan azorados. El risotto de lomo al salto (arroz con salsa huancaína y tropezones de lomo) es un descubrimiento.

Para los sushi hay un párrafo aparte: dejarse llevar y testear…

Postres? Indecisión! Habría que probarlos todos… Me inclino por el parfait de café Ucayalí y, por supuesto, por el suspiro de una limeña… Qué quieres que te cuente?, cantaría Chabuca Granda… Jazmines en el pelo y… pescados en el plato. Para entonarse con comida peruana ¡de la buena!