Suponés que lo tenían escondido, sin embargo, cuando te enterás que recibieron los máximos galardones internacionales, empezás a pensar que detrás de Miguel A. Nucete hay mucho más que un buen frasco de aceitunas.

Uno imagina que con la tradición lechera nacional, la diversidad de quesos es una consigna inevitable. La historia revela que ya antes de 1850 se registran algunos datos sobre expresiones nacionals en ese sentido. Curiosamente la súper valoración de la carne local en el menú cotidiano, dejaba relegada la posibilidad de hacer crecer el queso como industria.

Dicen los que saben que se detectaron registrosque datan del 1617 en las Cartas Anuas en donde una autoridad jesuita expresaba que “de las vacas se obtenía leche para consumo y para elaborar queso, manteca y requesón; de las cabras y ovejas, leche para quesos”. Estas costumbres, se presume, eran extremadamente básicas y venían desde la idea de intentar variar o ampliar el espectro gastronómico.

En 1788 aparece la actividad lechera como alternativa a la poca rentabilidad de la indsutria de la carne expeerimentada por los chacareros cercanos a Buenos Aires.

Domingo Faustino Sarmiento describe en su “Facundo” que en 1810 existía una incipiente y casera producción de quesos. Hay además referencias que mencionan a los ranchos como los lugares donde comienzan a elaborarse las primeras piezas que se vendían en las calles, casa por casa, o en algunos negocios. Precisamente fue el queso denominado “tambero” el producto fresco o sazonado que se elaboraba eb esis sitios.

Algún día se hace grande

A partir de mediados del siglo XIX se produjo un gran desarrollo de la quesería argentina, probablemente basada en la tradición extendida que importaron los inmigrantes europeos. De esa época datan variedades como el Carcarañá (el más antiguo de los argentinos), el Tafí de Tucumán, el Chubut, el Goya, el Peregrina, el Chinchilla, el Las Peñas, el Oriental, el Mar del Plata, el Manantial Tandilera, el Neuquén fresco, el Pategrás, el Río Cuarto, el Lobos, el Lehmann… y sigue la lista.

Más allá de todos los caminos transitados por la industria, desde Vedia, corazón de las mejores pasturas de Buenos Aires, con tambos propios y una leche de calidad superior, Miguel A. Nucete presenta sus quesos galardondos con los máximos premios internacionales y grantizados por su apellido, sinónimo de calidad en alimentos desde 1947.

Reggianito, Sbrinz, Parmesano, Provolone, Reggianito light, Sardo, Romanito, Goya, Pepato estacionado, Grana Padano, Pepato, Ahumado, Orégano, Provoleta, Pategras, Queso Cheddar Gouda ahumado y Tafi, Azul, Brie, rallado sin deshidratar, Camembert y Vaschetta… te abruma descubrir su variedad rica, donde la belleza está en la identidad y la calidad. Donde se amolda con cariño aquella horma que se llegará a tu casa.

El queso es un básico. Lo que no lo deja de por debajo de la excelencia, sino todo lo contrario. Es el emblema que resuelve la belleza de una receta siempre que te falte algo. Si hay queso en tu cocina, hay vida. Y si hay buen queso, hay inmortalidad. Esos momentos memorables que te explotan en la boca y deliran en el recuerdo cuando llega el… “te acordás el sabor de aquél grana…” Migue hace eso, creer en que la experiencia hace al queso. Por el tiempo y por el concepto.