Cuando La Flor de Pueyrredón se pone a amasar del mismo modo en que lo hace de 1945, reinvierte su experiencia y reinventa sus productos.

El origen del pan es incierto. No se sabe cuándo comenzó a amasarse la harina, pero existen evidencias arqueológicas de que ya en la prehistoria, hacia el año 75.000 a.C., se molían semillas que mezcladas con agua formaban una masa que se cocía en forma de tortas.

Para conocer los orígenes del pan debemos remontarnos a un pasado remoto, el descubrimiento fue casual, nos situamos en la Época Neolítica, un antepasado del hombre conoce ya las semillas y cereales, y sabe que una vez triturados y mezclados con agua, dan lugar a una papilla. Este

Desde ese momento, el pan ha estado unido a la evolución del hombre, ha estado presente en conquistas, revoluciones, civilizaciones, descubrimientos, es decir formando parte de la cultura universal del hombre.

Hace aproximadamente 5 000 años que el hombre inventó el pan. Antes de este descubrimiento, utilizaba preparados de cereales, caldos o tortas como elementos básicos de su alimentación diaria.

En el Neolítico, los cosechadores recogían los cereales silvestres que crecían con abundancia en aquella época. Los trituraban y obtenían una harina gruesa de la que se servían para elaborar tortas rudimentarias cocidas directamente en el fuego.

El V milenio está marcado por la aparición de los primeros cultivos de trigo domésticos en Europa central. En Oriente Próximo, en el VIII milenio, la caza/cosecha nómada daría paso progresivamente a una agricultura sedentaria. Gracias al clima especialmente favorable, los agricultores pudieron cultivar numerosas variedades de gramíneas. En esta misma región aparecieron los primeros hornos con forma de tronco (7 000 años antes de nuestra era). Estos hornos aún se utilizan en Afganistán donde llevan el

Productosnombre de «tanur» o «tafur»

Pero no fue hasta alrededor del año 15.000 a.C., cuando, al menos en Europa, el pan pasó a formar parte de la dieta

Sin llegar a esas fechas, La Flor de Pueyrredón se esmera desde mediados del siglo pasado en crear pan de pancho, hamburguesas y bien amado pebete de un modo único. Juan Eliseo Crohare era empleado y con la garra de los que sueñas, terminó comprándosela al dueño. La heredaron Juan Carlos Crohare y Martha Fuentes, para quedar hoy en manos de la tercera generación: Alejandra y Sergio. En 1994, en un  torneo local, fueron elegidos como los hacedores del mejor pan de pancho y pebete. Aunque estuvieron un tiempo con mostrador al público, desde 2004 se han concentrado en producir para terceros, dedicándose a la fábrica de pan de panchos y pebetes artesanales, en uno de los poquísimos hornos de su estilo que quedan en Buenos Aires.

Hay en este espacio una reverencia a las tradiciones, donde el valor artesanal sigue teniendo el peso que te hacen transportarte en sabor y aroma a tus raíces.