Como una coordillera que escalar y valles repletos de sorpresas. El gusto escala por aquí y por allá y encuentra siempre laderas que saben diferente. Magic’s Waffles supo ponerle sorpresa a la geografía de sus bases.

Los waffles han comenzado a irrumpir en desayuno y meriendas con más ahínco en las mesas nacionales. Restaurantes especializados en waffles, algunas versiones congeladas y el boom de los electrodomésticos especializados para hacerlos… todo ha convertido a este producto en una tendencia. Su característica principal es la arquitectura, esa imagen de base de pirámide que se transforma en escultura tridimensional con su damero superior e inferior, listo para jugar en él la partida que quieras.

Las palabras “waffle” y “wafers” (oblea), derivan del mismo término del alemán antiguo Wafel, que que significan “tejido” y “panal de abejas”, lo que podría ser el precursor de la cuadricula en el waffle actual.

La iglesia utilizaba las obleas como hostias. En la Edad Media, los monasterios eran los encargados de hornear las obleas, que después eran consagradas para convertirse en las piezas sacramentales. Eran, además, uno de los pocos alimentos que las personas podían comer durante los períodos de ayuno religioso. Con el tiempo, las panaderías seculares empezaron a producirlas más grandes y elegantes, con diseños elaborados y patrones personales en la parte superior. Este tipo de obleas todavía están asociadas con celebraciones religiosas en Europa, como la de Reyes.

En la época medieval, el wafel alemán, se convirtió en el gaufre francés, que con el tiempo se derivó en las gaufrette, las galletas de oblea rellenas de algún tipo de crema, casi siempre chocolate.

Un gusto por casillero

Magic’s Waffles hizo honor a su nombre. Puso en juego la creatividad y cuando se entra a elegir qué pedir, las variedades sorprenden. De un producto ya insalado y, aunque tendencia, ya reconocible, reinventaron el concepto con piezas más grandes, que pueden servir de postre y cortarse en porciones, en el caso de los dulces; o bien proponerse como una especie de pizza individual o una degustación de varios sabores.

En principio definieron su propuesta en dulce y salado. En el caso del primero la base es siempre dulce de leche y se puede experimentar hasta en 4 opciones por waffle para el topping: chocolate Negro (semi amargo y de leche), blanco, mix de ambos, cookies con chips de chocolate, gomitas, rocklets , chips de chocolate blanco y negro y balones de cereal cubiertos con chocolate.

Entre las gamas de los dulces, también proponen una opción de frutas: con cuatro en el mismo waffle (banana, frutilla, durazno, kiwi) o sólo de frutilla. Para ellos se puede optar por hasta dos salsas:

leche condensada, sirope de frutilla, chocolate, dulce de leche.

Tal vez la reina de la casa, por la innovación que representa, es la pizza whaffle que propone al comensal a pedirla a su manera, aunque la de mozzarella y rúcula o la versión con huevo me miran con buenos ojos.

Como en todos los casos, no se trata sólo de emprender, sino de encontrarle personalidad a aquello que se propone. Aquí el concepto invita a la experiencia. Desde que la caja se abre los ojos ya despliegan la sorpresa. En la idea hay sabor, pero también ingenio, ganas de meter la cuchara en familia o entre amigos y de goza el encuentro. Cosa que, claro, se agradece.