Al lado de la vida cosmopolita y vanguardista de Buenos Aires se teje la tradición de aldea de los mercados que reunieron en su entorno la vida crucial de las comunidades. Hoy el de San Telmo, con nuevos bríos, recibe a Bierhof, un patio cervero con vereda, inerior y barra.

Llegar a un mercado es aventurarse por sendas que retrotraen a la Buenos Aires de antaño. Realizar las compras del día, buscar algún condimento que no es sencillo de encontrar en otro lugar, o simplemente dejarse llevar entre los puestos de antigüedades, artesanías, discos o juguetes viejos. Es una experiencia ecléctica, que permite resolver una jornada completa en una combinación personal.

El Mercado de San Telmo nació dentro del Casco Histórico a partir de la resignificación de la arquitectura industrial mixturada con detalles academicistas, que recordaban a los inmigrantes recién llegados de sus respectivas tierras. Juan Antonio Buschiazzo (1845-1917), el segundo arquitecto en obtener su título en Buenos Aires, al planificar el mercado, logró integrar la heterogeneidad del barrio con las necesidades de mercadeo que la misma necesitaba.

El ritmo ornamental, los revestimientos pétreos y los mármoles de Carrara consolidan todo el circuito, además de los pisos de mosaicos calcáreos que contrastan con la fachada simétrica neorrenacentista italiana, resaltada con un remate de doble balaustrada, decorada con figuras femeninas que fueron propiedad temporal del Banco de Italia y Río de la Plata. Este mercado es hoy un referente comercial de carácter turístico y patrimonial.

En el año 2000, el Mercado fue declarado Monumento Histórico Nacional por la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

En medio de esa mística, se ha creado un nuevo polo gastronómico que permite disfrutar de opciones cosmopolitas que concentra todos los horizontes de la cocina internacional. La concentración se da bajo una espléndida cúpula, pero hay que animarse por los corredores, porque allí espera una sorpresa.

Patio o corte?

Según dicen, Bierhof significa “patio cervecero”, pero los conocedores profundos del alemán dicen que “hof” también es corte… la corte de los reyes. Y aquí, en el corazón de San Telmo, donde el mercado casi pierde el nombre, en una de sus salidas laterales y cuando parece que no habrá más nada para comer, un reinado micro aparece con ahínco.  Fidel Pérez Ochoa y  Lorena Parra Villalta, de Colombia y Venezuela respectivamente, ya vienen con una experiencia conjunta previa en Palermo. Pero este micromundo se lo pusieron al hombro haciendo magia con el espacio.

Dieron vida a un depósito en altura, una barra con cocina, bancos para la espera allí mismo, sitio amplio y propio para comer dentro del mercado, y banquito en la vereda. No se puede pedir más. Una barra con seis canillas de cerveza artesanal y tirada, una heladera repleta de cervezas industriales, cocina a la vista y sillas bajas de madera componen el lugar. Además, manteniendo su esencia original, es el único local del mercado que dispone de un patio interno a solo unos pasos del local, compuesto por una mesa comunitaria, sillones de madera, mesa de metegol y un imponente mural diseñado por Jessica García. Cabe destacar que el patio se encuentra calefaccionado y equipado para ser disfrutado en cualquier época del año.

La carta gastronómica estuvo a cargo de su chef, Juan Martin De La Torre, quien fusionó recetas latinas adaptándolas al paladar local y ofreciendo platos que se caracterizan por su calidez hogareña. Es una carta con preparaciones fijas y otras que varían semanalmente según la temporada y los productos de estación.  Todos los insumos utilizados en Bierhof son naturales, desde sus papas cortadas manualmente y sus bastones de yucas (mandiocas trituradas y convertidas en masa), hasta los aderezos caseros y panes artesanales elaborados a base de masa madre y horneados en el día, lo que aporta indiscutible calidad y frescura a su propuesta.

Bajo la idea de innovar en las picadas y acompañamientos, con el objetivo de dar nuevos sabores (prohibido irse sin probar el alioli!!) y de proponer birra y comida, la experiencia resulta muy positiva. Calor y amor que se siente en los bocados.