La inspiración del sitio, los tonos de la vida, el sonido de la locura que quiere ganarle a las texturas y los espacios. El viento de las ideas y los colores de las estaciones que llenan de variantes la paleta. Todo eso lleva Empedradas en sus venas.

Raquel Muchinik es de esas personas que uno podría calificar de “loca linda”. Pero, hay que salir de la superficie e ir más allá para darse cuenta que esa es apenas una fina cáscara que esconde un espíritu renacentista. De los que no se conforman con una iniciativa, sino que precisan de explotar creación.
Ella misma te cuenta que su marca su marca Empedradas es la realidad el sueño que llegó de niña. “Desde muy chica encontré en el arte la forma de expresarme y comunicarme -cuenta- Después de la Carrera de Bellas Artes comencé una búsqueda continúa de materiales y técnicas para transmitir lo que siento. Pasé por el fieltro artesanal (felt), joyería, telar, papel mache…hasta oastelería moderna”.
Empedradas es la experiencia que materializa está búsqueda. “Trabajo con materiales sustentables -continúa-, también con la  experimentación y reutilización de diferentes polímeros a través del calor”.
Para ella lanzar obras de arte a la calle a través de pequeñas creaciones es un sueño convertido en realidad, donde el poder de la imaginación combinada con la sensibilidad brinda expresiones renovadas que convierten a quien las portas en una musa que transita el término final de la conepción de la obra.
“La mujer moderna su nueva protagonista y sostén -define la artista- Cómo esta época, mis diseños son cambiantes, sin ataduras, sustentables y únicos”
No ha de haber nada más bello que la creatividad inacabable. El renacimiento de la posmodernidad lo encarga como nadie Empedradas, con brillo propio en el concepto de su bijou, y con las ventanas múltiples para que llegue todo aquello que no se espere.